jueves, 22 de abril de 2010

...Oda Al Baño De Inmersión...

Oh, tú, ritual del relajo, relajo en el ritual
Tu, que a tantos has llevado al sueño imprevisto
Que a tantos has dejado indefenso ante Morfeo
Con tus humedas manos tomaste en calido abrazo

El asentamiento, la entrada primera
El testeo epidérmico de la superficie misteriosa
Podre soportar tu saludo, tu invitación?
O tendré que, o mal de males, discordia infinita,
Buscar en una perilla vecina la calma de tu ardor

En ti ya, oh placer de placeres, el primer contacto,
El beso tibio de cuerpo entero, masaje inmóvil
El momento mágico que no permite pensamiento
La agitada mente tan calmada como tu superficie

El único ojo abierto el de la mente, aletargado
Y cual suave brisa inundas todo, eres todo
Te conviertes en uno conmigo y es grato

Sumergirte en un desliz de la vigilia
Para escuchar en tus profundidades
El ritmo de mi pecho tranquilo
Más y más nos undimos el uno el otro

Sin juicio, sin galanura, me haces nube
La infinidad, el eterno reposo, la tranquilidad última
La mente libre, cual equino pastoreando
Se deleita por los prados de la memoria
Y relincha con brío al ver los tesoros cognitivos

Eones se suceden cual fractales
La corporalidad pasa a planos olvidados
Y en ese extasis sin ademanes
Encuentro el centro exacto, el punto justo
La gran calma del loto, del zen, del árbol

Finalmente, la vuelta, el retorno alegre
El cordel de plata que tira gentilmente
El advenimiento del Yo al cuerpo

Los pies, el plexo, el seño
Los parpados tímidos, la boca dormida
(Oh, puertas del aliento!)
Y el suspiro del viajero satisfecho,
El arropamiento, el afuera.

domingo, 3 de enero de 2010

....12 EsTaCiOnEs...

12 estaciones, Dios, que desperdicio.

Es como una pelicula épica, con el mapa de presentación mandatorio: territorios inhospitos, rios, bosques, montañas e incluso una señalización en rojo apuntando a una zona especialmente peligrosa ""Bosque de Bulnes" (Cuidado, aquí rondan los espectros)".

Es un vaiven. El cilindro (simil cilindro) se coje interminablemente a la ciudad y los soldaditos blancos nos subimos despues de cada culminación.

Más que sexo parece un asesinato. Somos como cartuchos en una escopeta...en una ametralladora.
Después de unos pocos minutos del viejo mete-saca hay un impas, una reagrupación, un respiro del placer que no es placer. Acá es otra cosa. Acá la transpiración no es ese dulce mar interno que sale a al superficie a apaciguar la fiebre; esto es una mina de sal sucia, grasienta.

Los cartuchos son eyaculados después de uno o dos displacenteros minutos - algunos aguantan más, pobres no-almas-.

Salen con todo menos con cara de orgasmo, disparados, empujados, rechazados, rechazandose. Y el cilindro coje, coje, coje, como un cocainomano conejito de duracell que ya olvido el motus original de esta relación alguna vez amorosa.

El calor, el pegote, las mujeres con sus axilas sufriendo, los incautos de traje buscando la forma más caballera de despegarse las bolas de la entrepierna sin que el minón tres asientos más allá lo note. Cashual.

Jamás deseé tanto terminar un garche.

Me siento en una pelicula de Woody Allen. Un sinfin de nadadores en busca de un ovulo que no existe (no caigamos en boludeces del tipo "el ovulo que todos vivimos buscando" porque ya las gotitas me bajan decididas como hormigas por la espalda camino a un inequivoco destino, y no hay nada más feo que secarse el culo delante del minón tres asientos más allá.

Faltaba más.

Ya casi estamos. Dos acabadas/disparos más y voy a ser el esperma/cartucho más feliz que se le podría haber ocurrido a Woody Allen.

Me cago en Woody Allen y todo el septimo arte, que manera de chivar.

Al fin, la bocina, la puerta, el extasis!

Chau bebé, yo te llamo.

viernes, 30 de octubre de 2009

Baluns: Parte 1

- Se me estan revelando los globos, boludo – confesó Marcos en voz baja.
- ¿Qué? – Le contesto Nicanor como saliendo de un sueño – ¿Se te qué?
- Que se me están revelando los globos, Nica- le explicó a su amigo con el mismo tono de confesión.


Dos semanas antes, jugando con la resaca material de su propio cumpleaños, Marcos había dibujado seis caras en seis globos con un marcador mientras lidiaba con su propia resaca física, que redujo el numero de globos a cinco, una vez vomitado el globo amarillo que presentaba una bastante pasable reproducción de la cara de Droopy. Cuando el malestar físico se vio lo suficientemente mitigado como para permitirle dormir, Marcos se entregó al sueño hasta bien avanzada la mañana del lunes, provocando que lleguara tarde a su trabajo y que olvidara completamente los globos y sus caras. No fue hasta las ocho de la noche de ese mismo lunes que volvió a pisar su cuarto y durante un segundo se extrañó de la cantidad de color que había en el piso: Dos globos rosa con las caras de Oliver de los súper campeones y la de Papá Pitufo, uno azul con la cara de John Lennon, uno verde con la cara de Evita y uno rojo con la cara de Mr. Go. No pudo evitar sonreírse, primero porque en el trajín del día los había olvidado por completo, y segundo porque estaba convencido que mientras los pintaba el día anterior aun estaba un poco borracho y eso lo había hecho olvidarlos un poco mas todavía.

Se hizo paso entre el sonriente Papá Pitufo y el exultante Oliver con un leve puntapié y se puso a mirar la tele desde la cama. Los últimos fantasmas de la resaca aun no lo dejaban del todo y se decidió a dormir temprano. Despertó a las cuatro de la mañana del día siguiente en plena oscuridad, con una sed feroz y unas igualmente feroces ganas de drenar la vejiga. Puteando y apretándose la entrepierna salió de la cama y enfiló para el baño. No pudo reprimir un pequeño grito cuando sintió algo rozando contra su pierna. Dando un salto hacia atrás buscó nerviosamente la lámpara de la mesita de luz. Al prenderla descubrió una enorme rata verde en el piso y casi grita de vuelta, solo para inmediatamente darse cuenta que solo que pasen por una peluquería, las ratas no son verdes, y mucho menos se pueden dibujar la cara de Evita en el pelaje. Puteando el doble y con el corazón todavía golpeando como un pajarito asustado miro la cara de la reina de los trabajadores y con mucho cuidado le puso el pie encima y lentamente aplicó presión. Sintió una infantil satisfacción cuando sintió como su pie hacía contacto con el piso alfombrado una vez eliminada la resistencia. Paso seguido fue al baño, se alivió como pocas veces recordaba haberlo hecho y bajo a tomar algo de agua y prepararse algo para comer.

Entre bostezos y estornudos subió las escaleras con dos hamburguesas completas en un plato y una coca, dispuesto a ver una película hasta que fuera hora de ir a trabajar. Abrió la puerta y dudo unos segundos antes de tirarse en la cama, sintiendo que algo raro e imprecisable había cambiado en el cuarto. Una vez en la cama decidió olvidarse del tema y prendió la luz mientras buscaba la revista del cable. Al no encontrarla en la mesita de luz se giró y sambulló medio cuerpo del otro lado de la cama, como para mirar debajo de la misma por la revista perdida. Se detuvo a medio camino al ver, como preparado para una foto, a cuatro caras mirándolo desde el piso. Cuatro globos dispuestos con una simetría siniestra alrededor de un pedazo de goma verde en un circulo perfecto, todos con sus caras mirando no solo hacia arriba, sino específicamente hacia él. Durante un delirante segundo pensó que las caras se iban a mover, pero todos mantenían sus expresiones originales (obviamente mantienen sus expresiones originales- se dijo Marcos sintiéndose un pelotudo condecorado-, son globos pintados!). Los corrió de un manotazo sintiéndose un idiota y buscó la revista de cable bajo la cama. Estuvo viendo El Exorcista hasta las 8, no sin antes meter a todos esos putos globos en el armario, donde no los iba a mover el viento o lo que sea que los haya movido.

miércoles, 13 de mayo de 2009

...Repeticiones...

A veces me siento tan monotemático.

viernes, 3 de abril de 2009

...Viajes En Tren...

A Juan le gusta una chica.
Cuando la ve siente mariposas en el estomago. Algunos podrán pensar que esta es solo una expresión, un recurso para explicar una situación, pero cada vez que Juan sabe que va a verla, lleva un matamoscas en el bolsillo.
Los días que lleva el matamoscas son los jueves, que va al centro, a las clases de guitarra, a unas cuadras de la estación Retiro. Le da mucha fiaca, pero el profesor es bueno, y barato.
Así que se toma el tren nuevo en la estación Florida hasta el final del ramal.
Siempre espera el tren de manera tal que se pueda subir al tercer vagón; a la altura del quiosco de revistas que queda entre el primer banco azul y una estatuilla de la virgen.
El tercer vagón es el de música clásica. El que tiene los sillones viejos y los músicos de cámara detrás del vidrio al fondo.
Cada vez que Juan sube, sube por la primera puerta, la del extremo derecho del vagón, donde están los músicos. Después de dar el primer paso dentro del tren se permite tres segundos para dirigir la mirada a las personas detrás del cristal.
1.
2.
3.
E inmediatamente les da la espalda.

Se pasa los 21 minutos que dura el viaje de espaldas al vidrio, deseando con toda su alma darse la vuelta y pasarse esos 21 minutos mirando, mirandola. La miraría esos 21 minutos 21 veces. La miraría esos 21 minutos, con esos ojos cerrados, levantando el arco y haciendo sonar ese pequeño violín en sus delicadas manos. La violinista.

Durante 4 meses Juan entraba al tercer vagón, se tomaba sus tres segundos (1,2,3) y se daba la vuelta, maldiciendose sin parar durante 21 minutos. Al cuarto mes, cuando ya no se le ocurrían insultos para adjudicarse durante un jueves particularmente lluvioso, Juan compro un Narciso en el puesto de flores a una cuadra de la estación. Lo defendió de la lluvia hasta que llegó el tren y cuando lo vio llegar casi lo tira a las vías. A último momento respiró hondo y lo apretó con fuerza antes de dar un paso dentro del tercer vagón.
Dejo el Narciso en la barandilla roja, justo delante del vidrio, exactamente delante de ella.
No se atrevió a ver si abría los ojos, no se atrevió siquiera a levantar la vista. Tan solo atinó a dejar la flor y darse rotundamente la vuelta.
Rojo desde Florida a Retiro, durante esos inacabables 21 minutos Juan se adjudicó todo tipo de improperios; desde “tonto” hasta “hijodeuncontingentedeprostitutas” en por lo menos dos idiomas. Se maldijo por no haber tirado el Narciso casi desde la puerta para luego huir.

Durante 1 mes viajó al centro en colectivo. Ya por terminar el 30vo día se dijo a si mismo que estaba siendo un nene y que no había mujer que valiera la pena la hora y media/dos horas que estaba perdiendo en viaje cada semana.
El jueves siguiente volvió a su casa a las 10 desde Retiro con una sonrisa que parecía que la cabeza se le iba a caer dentro de la boca.
Esa sonrisa particularmente feliz había hecho un nido en su cara por 3 factores de particular importancia.
El primero fue subir al tren y (algunos hábitos no son faciles de eliminar) tomarse los tres segundos reglamentarios para inmediatamente dar la espalda.
1.
2.
3.
4.
5.
Y así hasta que la cuenta llego hasta unos 120.

En el piso del otro lado del cristal Juan vio 3 Narcisos muertos (al parecer en una escala de muerte que databa de varias semanas) y un cuarto aún fresco y con algunas gotas de rocío en los pétalos.
El segundo factor fue levantar la vista hacia la violinista que, al verlo, al reconocerlo, deslizó una mano enguantada en su vestido y saco un papel, el cual puso contra el vidrio.
El tercer factor que terminó de crear la sonrisa con la que volvió a su casa era este papel.

En el papelito había una palabra y 10 números.

1557503892
Verónica

Como en un sueño, Juan sacó un pedazo de papel y una birome y escribió el número que se había fundido en su retina. Por primera vez pasó esos 21 minutos entre Florida y Retiro de cara a los músicos, disfrutando de la música.
Su sonrisa termino de ensancharse cuando, bajando de Retiro, Verónica abrió los ojos y levantó su mano con el arco aun en ella para saludarlo con la mano.

martes, 20 de enero de 2009

...Exquisitos Entierros...

La casa del Doctor Richieri es una oda a la arquitectura.
De estilo español, esta cuenta con todo lo que un hombre del calibre del Dr. Richieri pudiera desear. Y lo tiene, ya que siendo el propietario, ha supervisado la construccion, amueblamiento y decoración de la misma.
Con unas exquisitas tejas azualadas alternadas cada 5 por una blanca, las tejas le dan al tejado un refinado (aunque excentrico) toque moderno.
La parte exterior esta también adornada por 3 balcones de haya que otorgan un buen contraste. No solo por los modernos muebles de Guatambá amarillo que los adornan, sino también por lo espaciosos que son; ideales para relajarse y adquirir un buen bronceado durante el verano, actividad que el Dr. ya ha realizado durante 6 años.
Continuando con el exterior, se destacan las 19 ventanas y ventanales de esta maravilla arquitectonica, que le otorgan una luminocidad perfecta.
Así y todo, lo verdaderamente notable de este hogar se encuentra ( como en otras tantas cosas) en el interior.
Subiendo los delicados peldaños de marmol veneciano y atravezando la puerta doble de entrada, se puede admirar el primer cuadro - ya que no hay otra manerar de describir esta casa que no sea "obra de arte" - de este hogar.
Un recibidor con puertas a un living, una cocina y uno de las 3 habitaciones para huespedes.
Junto con el garage, la sala de televisión, la oficina del Dr. Richieri, la habitación de la empleada domestica, los dos baños y el jardin (que incluye pileta, quincho y jacuzzi) se puede apreciar la totalidad de la planta baja.
Las espacioasas habitaciones ( tanto de huespedes como la del mismismo Dr.), los baños, la biblioteca y la sala de música del segundo piso requeririan un libro abultado para ser descritas. Así como la enorme cantidad de juegos de mesa, consolas de video-juegos, maquinas de arcade e imponentes equipos de sonido que se podrían encontrar en el tercer piso.
Parece una jugada casi irónica del destino que este aparente monumento historico de la arquitectura moderna tuviera una falla (minuscula, concedido, pero como sucede con todas las cosas, la importancia está en los pequeños detalles) en los cimientos.

Fue así que a las 3:33 de la madrugada del 3 de Marzo del 2009 el veneradisimo Dr. Richieri murió sepultado (como era tradición en algunas tribus vikingas, aunque estos también quemaban a sus difuntos) bajo todos sus exquisitos efectos personales...aún mientras soñaba con la mesas de billar con patas de marfil que habia decidido comprar al dia siguiente.

viernes, 5 de septiembre de 2008

...Hablando Con Viejos Conocidos...

Caminando por el cementerio de Montparnasse, girando a la izquierda en la tumba de Samuel Beckett hay un pasillo de aproximadamente 200 metros. A diestra y siniestra se ven lapidas, monolitos, o simples pedazos de tierra removida.
Pero casi al final de este tristemente bello pasillo hay una lapida. Tallada en un hermoso marmol blancuzco. Tiene talladas dos palabras, ocho numeros y un guión. Señalizando, obviamente, nombre, fecha de nacimiento y muerte separadas por un diminuto guión.
Estas letras y números estan acompañadas de una rosa marchita, un par de piedras, una corona de flores verdes a medio pudrir y un sinfin de cartas. Cartas de agradecimiento, de despedida, de curiosidad por alguna que otra historia sin terminar de entender. En fin, cartas.
Y mientras cubro los últimos pasos hasta dicha tumba, esta se abre, dejando ver una mano con los dedos indice y medio manchados de un amarillo nicotinoso. La mano de un fumador viejo, digamos. La susodicha termina de delizar la tapa de la lapida de marmol y una figura trajeada se alza desde la abertura.
Limpiandose el polvo de los hombros y el frente del traje, el hombre ante mi se palpa los bolsillos enmohecidos como buscando algo que no debería no estar ahí.
Chasqueando la lengua y mirando en derredor se percata de mi presencia y se me acerca con paso firme. Sus facciones son las que siempre vi en fotos o en algun video perdido, desentonando con el corroido traje.
-Disculpeme, ¿tendrá un Gauloise de casualidad?- me dice, como pidiendo perdón.
-Si, como no - le contesto casi sonriendo- los acabo de comprar antes de entrar, me parecía lo más apropiado, viniendo a visitarlo y todo, quiero decir.
- Ah, ¿si?- me pregunta tomando uno y acercandolo a la llama de mi encendedor naranja de plastico que me da verguenza y que daría una pierna por poder convertir en un Zippo o unos fosforos comunes.
- Si- le digo- es una de las únicas cosas que me interesaban ver de Paris, esta tumba.
- La gente tiene la mala costumbre de visitar los peores lugares- me contesta soltando el humo de su Gauloise a medio fumar.
Casi que me rio ( de pura alegría nomas) de como arrastra la "r" al pronunciarla mal.
- Si, puede ser - le digo, mientras me prendo un Gauloise y respiro profundo, disfrutando el silencio.
Después de un rato de estar mirando el poniente el caballero frente a mi me mira.
- ¿Y? ¿Como están del lado de allá?- me pregunta.
- Bien. Como siempre, bah. Corruptos, despotas, todo a punto de explotar. Viste como es.
- Si - me contesta - dudaba que pudiera cambiar mucho eso. Somos gente con poca memoria. Yo tenia demasiada, lamentablemente. Igual, te soy honesto, si de algo me acuerdo y me quede con ganas, es de un buen asado del lado de allá, eh.
- Mira, si me permitis el atrevimiento - le contesto, sacando un tupper de la mochila - yo me traje un choripan un pedazito de vacio del lado de allá para esta ocasión. Te los doy con gusto, yo cuando vuelva me hago más y listo.
- Nene, te acabas de ganar el cielo, que joder - me dice, agarrando lo que a sus ojos claramente eran dos pequeños tesoros. A medio centimetro de incarle el diente se frena, baja el choripan y me mira serio.
- Chimichurri no tengo, disculpame - le digo, sin saber bien que hacer con esa mirada acusadora.
- No, no es eso. Pero voy a tener que decirte si Horacio se cayó o se tiro? o si encontró a la Maga o alguna boludez de esas? - me pregunta alzandose en ira - porque me vuelvo al cajón con hambre, te soy honesto.
- Vos comete eso y volvete para el cajón que yo con esto ya tengo como para una vida de anecdotas. Te pido un apretón de manos, un abrazo y quedamos a mano?
- Hecho - me dice, aprentandome la mano mientras que con la otra se manda el último pedazo de vacio a la boca y me abraza - un gusto pibe.
- Al contrario - le digo.
La vuelta a la entrada parece pasar como un borrón de imagenes y un gran sentido de satisfacción, casi como dando salititos mientras dejo atrás una estela de humo azul y hago bailar el filtro de uno que levante del piso al lado de la tumba que fui a visitar.....